El crecimiento del sector de la construcción ha jugado un papel
preponderante como motor dinamizador de la economía nacional, sin
embargo, ha producido también diversos efectos negativos de índole
ambiental, social y en la competitividad misma de las ciudades
La urbanización que han experimentado las principales ciudades mexicanas,
ha motivado la dispersión en la ocupación del territorio, altas inversiones en
infraestructura y equipamiento para llevar servicios básicos, pérdida de los
límites de la ciudad promoviendo ciudades difusas, caóticas, ineficientes y
altamente vulnerables. Estos fenómenos impactan de manera irreversible el
entorno natural y agrícola que rodea a las ciudades, afectando los bienes y
servicios ambientales que brindan los ecosistemas, y con ello, agudizan la
presión sobre la disponibilidad y calidad de los recursos naturales y reducen
en gran medida la capacidad del ambiente de asimilar los impactos
adversos derivados de la urbanización.